6COMPAÑERAS Y COMPAÑEROS: Una vez más, pero en condiciones aún más graves para el pueblo hondureño, este Primero de Mayo celebramos otra jornada de lucha popular en homenaje a los 8 obreros ahorcados en Chicago, en 1886, por dirigir la lucha para conquistar la jornada de 8 horas de trabajo. Lo hacemos evocando el grito de combate de Theodore Spies, quien al momento de ser ahorcado expresó: “la voz que vais a sofocar será más poderosa en el futuro que cuantas palabras pudiera yo decir”.

Hoy, en el mundo y también en nuestra patria, esa voz y la lucha a que convoca contra el sistema capitalista es cada vez más poderosa. Este sistema no ha podido ni puede alimentar, dar dignidad, ni esperanzas a la mayoría de los 8 mil millones de habitantes de la tierra, porque al imponer los intereses egoístas de la burguesía hace peligrar la paz mundial, la vida de la especie humana y del planeta. Nuestra lucha es contra el sistema y la explotación del trabajo asalariado en que se sustenta, es mentira que el salario que recibimos paga el trabajo que realizamos. Es mentira que el capital produce riqueza, es el trabajo el que la produce.

Los capitalistas emplean a los obreros para apropiarse de esa riqueza. Pero sus expertos en manipulación pretenden hacernos creer que dar empleo es un favor del capitalista al trabajador y a la sociedad. Sobre la base de esa mentira, el Estado que ellos controlan, los subsidia, les elimina o rebaja los impuestos, les permite precarizar el trabajo, rechazar la sindicalización y, en definitiva, les entrega el país y sus recursos de los que disponen a su antojo.

En el capitalismo la producción es social, pero la apropiación de lo producido es privada por eso se profundizan las diferencias de clase entre los que explotan y los explotados. La explotación, la acumulación de capital y la división de la sociedad en clases, han generado, que unas pocas corporaciones y mafias internacionales se apoderen de las riquezas del mundo, controlen la producción, los mercados,los recursos naturales, los servicios públicos, los medios de comunicación masivos, utilizando para sus fines, los Estados y los organismos financieros internacionales como el FMI y el Banco Mundial. También son las que producen las guerras y las armas de destrucción para defender y mantener su sistema capitalista. Controlan incluso las Naciones Unidas, que lejos de garantizar la paz se ha convertido en un instrumento de guerra de las potencias imperiales. Los ideólogos del capital y los grandes medios de comunicación, justifican esos males y ocultan las verdaderas causas de los problemas que padece la humanidad. Cuando atacan la corrupción, por ejemplo, la atribuyen únicamente al Estado y niegan que ésta sea propia del sistema y promovida por los capitalistas como uno de los medios para acumular riqueza.

COMPAÑERAS Y COMPAÑEROS: Honduras, después del golpe de Estado militar de 2009, se ha venido deteriorando como sociedad y como Estado, imposibilitándolo cada vez más para el cumplimiento de sus funciones esenciales, especialmente las relacionadas con el bienestar de las grandes mayorías

. El poder está concentrado en unos pocos grupos económicos, quienes instrumentalizan los grandes medios de comunicación, las jerarquías religiosas, las fuerzas armadas, la policía, estas últimas penetradas por el crimen organizado y el narcotráfico. EL Estado hondureño, estructuralmente debilitado, ha venido perdiendo soberanía y sometiéndose cada vez más a la tutela de la embajada de los Estados Unidos: así lo demuestran las visitas permanentes de altos funcionarios estadounidenses quienes dictan pautas para imponer supuestas soluciones. El golpe de Estado de Honduras tuvo entre sus objetivos, reposicionar a nuestro país en la estrategia de dominación de Estados Unidos en el área, profundizar el modelo neoliberal, que ha concentrado la riqueza y agravado las desigualdades sociales, condenando a un 70% de la población a vivir en la pobreza y miseria. Pero el golpe trajo también otras consecuencias para los trabajadores y el pueblo hondureño en general: Hoy somos un país donde predominan los monopolios, oligopolios y la especulación que encarece diariamente el costo de la vida. Es más lo que importamos que lo que exportamos. Sin las remesas que envían los trabajadores (as) migrantes ya hubiese colapsado la economía del país. Las crisis del capitalismo, por dictados de los organismos financieros internacionales, las cargan sobre nuestras espaldas y las pagamos con el desempleo, con la tercerización, el trabajo temporal y la reducción del presupuesto del Estado destinado a salarios, inversión pública y gastos sociales.

Ejemplos de estas leyes son: la de las ciudades modelo, la de escuchas, la de extradición, las que criminalizan la protesta social, la de asociación público privada, la de empleo por hora, la del Inprema, la Ley Fundamental de Educación y la de Fortalecimiento a la Educación Pública y Participación Comunitaria, que tienden a privatizar la educación. Otras leyes fueron eliminadas como la que nos permitía participar de Petrocaribe y el ALBA y el decreto 18-2008 que favorecía a los campesinos. Los inconsultos Código Procesal Laboral, la Ley de la Inspectoría del Trabajo y la centralización del IVM del IHSS a otros fondos, atentan contra nuestros derechos adquiridos. Los efectos de todas estas medidas nos hacen más atrasados, dependientes y atentan contra la soberanía, los derechos y libertades democráticas. Pero no conformes con ellas, han reformado la Constitución para imponer un Plebiscito y Referéndum orientado a eliminar derechos y garantías sociales y el juicio político, para destituir a quien se oponga a los intereses de la oligarquía. La corrupta y neoliberal Coalianza privatiza lo que queda de algunas empresas estratégicas del Estado, como la Portuaria, ENEE, Hondutel, IHSS, SANAA, Pani, etc. y, otras de esas leyes anulan derechos contenidos en el Código del Trabajo, Ley de Servicio Civil y Estatuto del Docente. Parte de esta terrible realidad es el proceso de militarización de la sociedad que da luz verde para la represión, la criminalización de la protesta, la violación de los derechos humanos y a la impunidad con que los aparatos represivos siguen actuando, a pesar de las denuncias de organismos nacionales e internacionales que reclaman el cese de tal situación. Toda esta conflictividad se ha agravado en los últimos meses por la crisis fiscal que impide la firma con el FMI, por el enfrentamiento entre golpistas evidente en el llamado proceso de depuración de la policía

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